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Le château des ténèbres – J. H. Brennan

Literatura - 2013-09-25 14:13:53

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Este libro da inicio a la serie "Quête du Graal", sin duda mi saga preferida dentro de los Ldvêlh. Hablando en términos de la historia, es la primea ocasión en la que encarnas a Pip, un joven aldeano sin mucho interés excepto que es seleccionado por el hechicero Merlín para rescatar a Ginebra, la esposa del Rey Arturo, de la fortaleza del mago Ansalom. Hasta aquí, el lugar común del mito es muy evidente. Sin embargo, uno de los puntos que hacen de esta serie una de mis favoritas es el humor tan absurdo que usa el autor. En las demás colecciones, el intento por darle un tono serio a la narración es bastante claro. Aquí no hay nada de eso. Por ejemplo, el arma que te da Merlín al inicio es una versión alterna de Excalibur, la mítica espada del Arturo, que si bien es la más poderosa de las opciones que encuentra en el libro, tiene un problema que complica la aventura en un par de ocasiones: sufre de aracnofobia; y además habla, así que las discusiones cada vez que aparece una araña  no se hacen esperar; y se llama Excalibur Junior, o EJ para los cuates. Otro punto chusco que se vuelve recurrente en futuras entregas es la primera aparición del vampiro poeta Nosferax el cual te pide que escribas una poesía. Dependiendo de la cantidad de versos que le pongas, te alaba como al más grande autor que ha existido o te considera un mediocre y te manda a volar sin mayor comentario.

En cuanto al árbol de capítulos, la historia se puede resolver en 40 de los 156 que lo componen y lo demás se va en partes laberínticas, pasajes sin salida o, como sucede en 28 posibles ocasiones, llevándote al temible capítulo 14 en el que te mueres y Merlín te tiene que llevar de regreso al inicio.

Más allá de las decisiones que tomes o las peleas que ganes, parte del avance está marcado por acertijos que tienes que resolver o códigos por descifrar. En los viejos tiempos en los que no existían los "spoilers" por internet, la falta de astucia podía hacer que no lograras terminar la aventura sin hacer trampa, otro punto a favor de la colección.

Por último, también hay que mencionar el arte tanto de la portada como de las ilustraciones interiores. A pesar de sentirse completamente ochenteros, me parece que es de lo mejor que he visto en Ldvêlh de aquella época. Tal vez no se acerque a un Frazzeta o a un Vallejo (aunque en la portada se nota un buen esfuerzo), pero los dibujos de John Higgins son bastante buenos a pesar de la sencillez. Después de todo, ya llevaba más de diez años dibujando comics.

Como comentario final, da gusto darse de vez en cuando un tiempo para retomar estas breves lecturas juveniles. En el peor de los casos, ofrecen una buena fuente de ideas para futuras aventuras.